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8 de julio de 2011

Sufre y no llores



Por David Jonn

Sergio Markarian mencionaba en la previa al segundo partido del grupo, que contra Mexico era el partido clave y se tenía que ganar o ganar. Los mexicanos llegaban con una caída previa ante Chile (1-2) y necesitaba sumar para seguir en competencia. Perú sufrió, pero pudo ganar los tres puntos que le aseguran, por lo menos por ahora, una tranquilidad en su próximo partido contra Chile, quién empató con Uruguay (1-1)

Unos minutos antes del partido, un aficionado con la camiseta del Deportivo Municipal me decía que llevaba dicha camiseta por ser hincha como su papá y abuelo, pero también porque el "Muni" tiene una similitud con la selección, a parte del diseño de la franja roja en la camiseta.
Le pregunté qué era y me dijo: "Muni sufre, pero termina ganando y la selección sufre y también termina ganando".

Una comparación un tanto cierta, pensé yo, porque siempre se sufre para ganar y es muy dificil terminar alegre un partido sin antes haber lamentado una jugada de gol o haberse asustado por un posible gol del rival. Siempre se tiene que sufrir, es como una ley de nuestro fútbol.

El partido contra Mexico no iba a ser la excepción. El equipo salió con Vargas y la hinchada estaba tranquila. "Con Vargas ganamos", me dijo el señor sexagenario que tomaba una taza de café mientras miraba el televisor. Yo dejé de conversar y mi mirada se detuvo por noventa minutos con el gran televisor pantalla plana del local.

El primer tiempo fue un ida y vuelta y no se pudo llegar con claridad al arco rival. Vargas pasó a jugar de mediapunta por izquierda, dejando a Cruzado abrirse a la posición "natural" de Vargas (volante por izquierda) y con Lobatón y Balbin solos en el medio. La fórmula no resultó muy bien y Mexico pudo romper en más de una ocasión la línea del medio de Perú.

Para el segundo tiempo las cosas cambiaron radicalmente. Yotún, muy criticado el partido pasado, entró por Advíncula y fue a su posición de volante por izquierda. El joven jugador apareció enchufado con cada jugada y creo peligro juntándose con Vargas y Guerrero en la ofensiva de Perú, que empezaba a aumentar en volumen y en oportunidades. Perú se la jugaba: Ganar o morir.

En este momento llegó la escena que planteaba en las primeras líneas. Se tuvo que sufrir cada vez que el arquero le sacaba una pelota a Guerrero que iba adentro, se tuvo que sufrir cada vez que Vargas pateó y su disparo chocó en el horizontal. Como si el destino hubiera sentenciado que Perú no ganaría el partido.
Pero cada vez que sucede eso aparece el jugador que no le importa cargar solo con todo el peso ofensivo de Perú, el jugador que siempre vendrá y pondrá el pecho por la selección: Paolo Guerrero.

Luego de un tiro de esquina, la pelota quedó picando en el área y Acasiete, de gran trabajo, supo aguantarla para dejar que Guevara haga su chamba, para lo que entró, para lo que juega en este equipo. Con un toque, con un solo pase que llegó a los botines de Guerrero, solo y de frente al arco, díficil de fallar para un goleador como Paolo.
El sufrimiento que duró todo el segundo tiempo desapareció a falta de cinco minutos, todo cambio, ese sufrimiento cambió abruptamente a euforía, alegría y satisfacción. Se lograba el objetivo para el partido.

No importa cuánto se sufrió, no importa cuánto se insultó al arquero mexicano, no importa cuánto se lamentó los tiros al palo. Si al final se obtiene una alegría inmensa como el que origina cada vez que mi selección consigue el objetivo, lo repitó mil veces más. Gracias muchachos! Gracias Perú!

AUTOR David Jonn

Blogger Fútbol. Twitter: @DavidJonn

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